Fr. José Muñoz, LC
Caminando Señor, ¡quiero vivir caminando!
Me viene a la mente constantemente un salmo que solía repetir durante mis años de formación: “Correré por el camino de tus mandamientos cuando me hayas ensanchado el corazón” (Salmo 119,32). Ser consciente de los propios límites y miedos y, al mismo tiempo ser testigo de la presencia de Dios en mi vida, me impulsa a confiar en Él y a seguirle, pidiéndole que me haga cada día más capaz de la misión que me ha confiado.
Recuerdo que desde que era niño, sentía en mi interior un gran deseo de ser sacerdote. Este deseo fue madurando poco a poco gracias al ambiente en el que crecí y a todo lo que recibí de mi familia y en el Regnum Christi.
Estudié en el Cumbres de Aguascalientes. Recuerdo con mucho agradecimiento a mis profesores y compañeros, pero sobre todo el regalo de poder tener tan cerca a Cristo Eucaristía allí mismo en el Colegio, incluso poderle recibir todos los días. Reconozco que la amistad que desde entonces se fue generando con Cristo Eucaristía ha sido un brazo firme que me ha guiado en mi vocación. Desde chico recibía las revistas de Net y me emocionaba mirar las vidas de los santos que se nos presentaban en las revistas, mirar a esos hombres, sus vidas, su entrega a Dios y a los demás. Más tarde participé en el ECyD, aunque no de modo constante y después en el Reino. Me gustaba participar en los apostolados y en las misiones de Semana Santa. En el 2003, cuando estaba en tercero de secundaria, mis dos hermanas se consagraron. Recuerdo que esto me marcó mucho y me hizo recordar fuertemente mi inquietud vocacional, aunque también intentaba dejarla de lado e incluso rechazarla. Ya durante los años de prepa, fui enfrentando más serenamente este tema. En la Semana Santa del 2007 fui a un retiro en el Noviciado de Monterrey. Terminando ese retiro, salí convencido de que yo tenía que volver allí, e ir dando los pasos sucesivos para responderle a Dios. Veía que ese era mi lugar, que era lo que Dios quería de mí y que yo también lo quería, pero el miedo me paralizaba y me impulsaba a esperar. En ese mismo año, en el verano, justo terminando la prepa, me fui al candidatado en Monterrey y decidí entrar al Noviciado.
Durante mis años de formación he ido descubriendo el plan que Dios tiene para mí y, lo más sorprendente es ir descubriendo el plan que Dios tiene para los demás por medio de mí, pues he podido experimentar la acción y la gracia de Dios que actúa en los demás por medio del sacerdote y del Regnum Christi. Hice mis dos años de Noviciado en Monterrey y allí mismo hice mi primera profesión y un año de Humanidades. En el 2010 fui a Roma a estudiar la filosofía durante dos años, después fui a Brasil, donde hice mis prácticas apostólicas. Recuerdo este periodo de prácticas con un especial cariño y agradecimiento. Estuve tres años en São Paulo, primero en Arujá como asistente de novicios y después en la ciudad de São Paulo, apoyando en la secretaría territorial. Trabajar hombro a hombro con mis hermanos, ayudándoles en el comienzo de su vocación fue una tarea muy especial que me permitió conocerlos y acompañarles. En agosto de 2015 terminando mis prácticas apostólicas renové mis votos y volví a Roma para estudiar la teología.
Creo que cada una de las etapas de mi formación han tenido sus momentos particulares de gracia, de bendiciones, de alegría y de prueba. También, siempre que he terminado una etapa e iniciando otra, he experimentado cierta tristeza por lo que “queda atrás” y miedo por afrontar lo que sigue por delante. Por otro lado, también he experimentado una alegría que crece cada vez más, una alegría que se va purificando y fortaleciendo en el seguimiento de Cristo y la entrega a los demás. Por eso digo: Caminando Señor, ¡quiero vivir caminando! Estos tres últimos años de mi formación en Roma han sido muy especiales, además de estudiar la teología, Dios me ha regalado grandes momentos que he podido compartir con mis hermanos legionarios y gracias a ellos he ido también creciendo. En el 2016 hice ejercicios espirituales durante un mes, en este tiempo, Dios me ayudó a ver mi propio camino vocacional y ver las bases que han motivado y que sustentan mi vocación: la amistad con Cristo, una amistad que ha ido creciendo y madurando y, la certeza del cielo, la certeza de que todo pasa y vamos camino al cielo. Por ello creo que vale la pena ser sacerdote, ¡dar la vida para que otros tengan vida! El 20 de agosto de 2017 hice mi profesión perpetua y comenzó la cuenta regresiva para la ordenación.
Fui ordenado diácono en septiembre de 2019 en mi ciudad natal, Aguascalientes. Es una alegría muy grande poder vivir y compartir este momento tan importante de la acción de Dios en mi vida con todas aquellas personas que me vieron crecer y con las que he compartido tantos momentos, de modo especial con mi familia y con las personas del Regnum Christi. Dios ha querido que comience mi ministerio apostólico como capellán del Colegio Andes del Bosque y como director del ECYD de San Luis Potosí. Inicio este camino con mucha alegría y confianza en Dios: Caminando Señor, ¡quiero vivir caminando!